viernes, 10 de diciembre de 2010

Desigualdad en la educación




En Perú, aun habiendo progresado económicamente, persisten todavía casi 1 millón 900 mil niñas y adolescentes rurales que sufren exclusión. Estas niñas viven la desigualdad de género en educación día a día, lo cual es una de las razones del atraso educativo de las mujeres de estas zonas. Son más de 740 mil mujeres adultas rurales que ni siquiera han iniciado su educación formal o apenas presentan educación inicial y están sobre todo concentradas en la sierra. Esta situación requiere la atención inmediata del Estado. No solo porque una mala educación condiciona la capacidad de las niñas y adolescentes de insertarse adecuadamente a una economía social, sino, además, porque desde un enfoque de derechos humanos, afecta su capacidad para desenvolverse como ciudadanas plenas de la sociedad.

La gravedad de los atrasos afectan particularmente a las adolescentes rurales, cuyos padres y madres tendrían un costo de oportunidad muy elevado por enviarlas a la escuela. Por ejemplo, la dedicación a labores del hogar es una de las razones más recurrentes que tiende a disuadir la inversión de los progenitores en la educación de sus hijas. Se ha comprobado que el Gobierno no ha sido lo suficientemente activo para reducir esta media. Por ello, la apuesta de revertir esta situación a partir de un sistema de transferencias monetarias condicionado y focalizado exclusivamente en niñas y adolescentes rurales, es una alternativa posible y necesaria.

Este sistema de transferencias, en principio, no estaría diseñado para las niñas menores de 12 años. Sin embargo, consideramos que las mismas se beneficiarían de manera indirecta puesto que se generaría un beneficio futuro (en la adolescencia) justamente cuando los costos de enviarlas al colegio tienden a ser mayores. Estos beneficios indirectos tenderían a ser más importantes que los que se podría obtener de transferencias condicionadas y diseñadas específicamente para estas niñas los diferenciales de inversión respecto a sus pares varones, tienden a ser muy cercanos a cero.

Sin embargo, hay que notar que estas transferencias resolverían solo una parte del problema: la inequidad de género. La segunda parte del problema es que en general los gastos educativos en la zona rural están muy por debajo de lo considerado óptimo (incluso para el caso de los niños). Para revertir esta situación es necesario desarrollar políticas complementarias que incrementen la inversión "global" en educación realizada en zonas rurales.

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